En esta calle se ubicaba la entrada al Colegio de la Milagrosa, es por esto, que muchos talaveranos que hemos transitado por ella diariamente y durante años, guardemos gratos recuerdos de nuestra etapa escolar y el de nuestros hijos.
Calle de la aljama de los Moros, s. XV
Calle del Grifo, ss. XVI-XIX
Calle del Adalid Meneses, 1.860
Las escasas referencias documentales se asocian al barrio de casas de la aljama de moros o mudéjares que existían en parte de lo que posteriormente sería el Hospital de la Misericordia, que además tenía acceso por esta vía que enlazaba la Plaza de Santa María con la Puerta de Mérida. En ella se levantó también, entre los siglos XIV y XVI las casas palacio del linaje de los Ayala, y luego condes de Oropesa.
Entre los siglos XVI-XIX es conocida como Calle del Grifo, en alusión de la iconografía de este animal mitológico que aparecía en el escudo heráldico del Palacio de los Meneses, que existía al final de la calle cerca ya de la Puerta de Mérida. El escudo se rescató a finales del siglo XIX o principios del XX y se instaló en una fuente-pilón que se ubicaba en el actual Paseo Padre Juan de Mariana, para el riego de los árboles. Los motivos zoomorfos del blasón fueron interpretados popularmente como leones, por lo que pronto el paseo se convirtió en el Paseo de los leones.Posteriormente fue colocado en la pared del testero de la basílica Nuestra Señora del Prado.
Desde 1.980 se le asignó el nombre de Calle del Adalid Meneses para recordar al talaverano Don Bernardino de Meneses.Vástago de esta noble familia, Bernardino había contraido matrimonio en 1.499 con Gracia de Ulloa, hija de Gutierre Gaitán y Gracia de Ulloa. Es conocido por el protagonismo que tuvo en la toma de Orán por el Cardenal Cisneros en 1.509, al mando de una compañía formada por talaveranos y vecinos de la Jara. Los cronistas de la época narran la toma de la Puerta de Canistel por las huestes comandadas por Bernardino y el también talaverano Fernán Gómez de Padilla. Las llaves de dicha puerta serán luego depositadas como tributo en la Ermita del Prado, dónde aún pueden contemplarse.